“¿Cómo se declara?”. “Culpable, señoría”, contesta Diego imaginándose en la ducha de una cárcel estadounidense con lo mejor de cada casa.
Así comienzo la historia de nuestra primera gaita con el poder judicial estadounidense.
Todo se remonta a nuestro cuarto mes en el país. Diego, como todas las mañanas, se dirige al trabajo en bici. Ya sólo le quedaban 3 minutos de pedaleo y un semáforo que cruzar. De hecho, el último para llegar al parking de la empresa y entrar por la puerta principal.
Diego: “Vale, el semáforo está en naranja. Tengo dos segundos más hasta que vaya a rojo. De sobra. Soy un macho”. Pero el macho en bici no es un coche. A lo que empieza a cruzar, ¡Zasca! Rojo al canto.
“Bueno, bueno… Aquí no pasa nada…tampoco he hecho nada malo y contaba con margen…”
Aquí comienza la juerga…
Unos sonidos policiales retumban a los segundos en los tímpanos de Diego…
“Owww, owww…algo importante ha debido de pasar…”. Diego tuerce para entrar al parking de su trabajo y cruzar la puerta. La sorpresa es que la patrulla también lo hace.
“¡Esto es por mí! ¡Y a las puertas del trabajo! Que la tierra haga un agujero debajo de mí ahora, por favor…”. Se detiene y espera a que salga el policía.
Policía: “Señor, ¿sabe que ha pasado con la bicicleta en rojo suponiendo un peligro para usted y el tráfico colindante?
“Lo sé, pero la verdad es que empecé el semáforo en naranja y me traicionaron los tiempos…”
“Lo siento, señor. Pero tengo que multarle”.
“Cabrón…claro, ya estarás contento…hoy has salvado a un gato y has multado a un chico en bici…”, piensa Diego para sus entrañas…
Por entonces, entre el barullo y la hora punta, los compañeros de Diego se aglutinan en la entrada… “¿Diego? ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?”.
“Sí…Nada, una multa con la bicicleta…”

El apoyo gestual de los compañeros
Policía: “Tome su multa, señor. Siga los pasos del papel. Disculpe y que tenga un buen día”.
Diego: “Usted también (pedazo de …)”
El “pedazo de” se hizo más grande cuando descubrió el precio de su infracción … 450 dólares. Ésa era la cifra mágica que nos llegó por carta a la semana.
(Continuará…)
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