El Día a día

Me quedo en el oasis…(Elecciones parte 2)

California, Nueva York, y la mayoría de estados costeros colindantes estadounidenses viven en un oasis demócrata fuera de la realidad política estadounidense del interior. Y es que América es dos Américas.

Ni los medios de comunicación, ni las encuestas, ni negocios ni gentes locales con los que he tenido contacto en este año vaticinaban los resultados. No es que viera constantes carteles PROHILLARIANOS (esto es inventado…), pero sí eran constantes los gestos y símbolos ANTITRUMPISTAS (otro) en las calles. Así pasaba, que me fue imposible encontrar en California una persona abiertamente partidaria de este candidato.

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Papel higiénico con cara de Trump

La razón de por qué los estados costeros tienen tradición demócrata tiene su lógica. Geográfica y logísticamente son la puerta de América a otros continentes, lo que atrae más actividad comercial y económica a las grandes ciudades y periferias. Ello conlleva a más densidad poblacional, más crecimiento económico, más innovación, más calidad de vida y más nivel de formación de sus habitantes.

A su vez, esta calidad atrae desde hace décadas olas de inmigrantes que establece aquí su vida y la de sus generaciones futuras (ya americanas). Ello les permite tener una visión más aperturista y tolerante a la inmigración, máxime si forma parte de sus raíces.

Blancos, de clase trabajadora, y bajo nivel de estudios

Por supuesto, hay excepciones a la frase de arriba. Pero en general, estas elecciones las ha ganado el incremento del voto blanco. Pero no unos blancos cualesquiera. Sino unos blancos de clase trabajadora, de bajo nivel educativo o…y cabreados. Trump les ha pinchado un poquito con alfiler, y ahí que han ido a las urnas, quizá al contrario que ocurrió en anteriores elecciones.

Se trata de población media/media-baja afincada en zonas rurales o en zonas industriales estancadas que los demócratas quizá descuidaron.  A todo ello se une que la educación (especialmente universitaria) es un privilegio ni mucho menos accesible.

He encontrado unos gráficos en New York Times que, de forma breve, describen el electorado de uno y otro partido en función del grado de formación, ingresos, sexo y raza. Y es que a pesar de las amenazas de Trump, minorías latinas, negras y asiáticas se quedaron en casa. O al menos no incrementaron sustancialmente su apoyo a Hillary Clinton.

Entender los resultados electorales en pocos pasos

Entender las características del electorado

Los argumentos para ganar han sido vagos para los que somos europeos. Especialmente lo relativo al ataque ultra agresivo hacia los inmigrantes (mejicanos y musulmanes, sobre todo), la tenencia de armas, o la autarquía económica que promueve. Pero esto ha sido suficiente para muchos de ellos.

Veo que utilizamos mucho a la ligera el adjetivo “tonto” para definir a estos votantes, y claro que hay tontos. Pero hay tres tipos de tontos. Los hay tontos con carrera (como en España), tontos porque viven a gusto en su grado de “atontamiento” (para qué pensar, como algunos en España), y los tontos que no les gustaría serlo pero que el bolsillo no les da para más (y esto no es tan común en mi país…).

Yo quiero pensar (y espero) que estemos, en su mayoría, ante el tercer caso. América tiene cientos y cientos de kilómetros llenos de sordidez…sordidez por la falta de densidad de población, lo que conlleva la ausencia de futuro y desarrollo económico, con movimientos de globalización que les han hecho perder sus industrias. Unas industrias que requerían una mano de obra no cualificada ahora paralizada y unos trabajos (que no desempleo) que solo dan para ganar “cuatro mierdas” y no para estudiar cómo tener un pensamiento crítico.

Recientemente pasamos un fin de semana en Arizona (será otro post), uno de los estados que ayer voto principalmente a Trump. Y allí descubres otra nueva realidad, a pesar de que el trato fue muy amable siempre. “Aquí no llamamos a la policía” rezaba uno de los negocios… Adivinad por qué… Esa es la gran parte de América que ayer hizo lo que hizo… Perder la cabeza.

Yo de momento seguiré en mi burbuja californiana. Eso sí, algo más decepcionada…Porque si a Unamuno le dolía España, a mí ya me duele el mundo.

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